miércoles, septiembre 12, 2007

AQUELARRE
(1999) - Corazones del Lado del Fuego

Argentina
Género: Rock Progresivo



01. Canto
02. Miren a este imbécil
03. Aniñada
04. Aves rapaces
05. Ceremonias para disolver
06. Savia de los aromos
07. Canto cetrino

08. Silencio marginal
09. Blues y vino
10. Hermana vereda
11. Movimiento
12. Mágico y natural

13. Violencia en el parque
14. Cruzando la calle


Emilio del Guercio: bajo y voz
Hector Starc: guitarras y voz
Hugo Gonzalez Neira: teclados y voz
Rodolfo García: batería y voz


Grabado en vivo en el Teatro Presidente Alvear el 29 de Noviembre, 4, 5 y 6 de Diciembre de 1998.

Decíamos ayer… Rodolfo García marca cuatro con los palillos de su batería y la ceremonia comienza (como comenzó siempre hasta hace veintidós años) con “Canto”, mientras su poderoso riff da pie para que Emilio Del Guercio nos diga que “…desde el fondo de las ruinas hay una voz que grita y grita…”. Y no se puede evitar el lugar común de decir que “la magia ha vuelto”, porque juntos con estos cuatro notables músicos, muchos crecimos creyendo que la música es un lugar donde quizás no se puedan cambiar cosas, pero tal vez permita que la vida pueda ser un poco mejor. Y los setenta y cuatro minutos y dos segundos que dura este disco nos permite corroborarlo. Se puede hacer un análisis técnico, otro artístico y tal vez, otro histórico de “Corazones del Lado del Fuego”.


Se puede decir que Héctor Starc es uno de los guitarristas más talentosos que hay por estas latitudes, o que Hugo González Neira posee un buen gusto único a la hora de tocar sus teclados o cantar como sólo él lo sabe hacer, o que Emilio Del Guercio posee una calidad única para cantar y que su bajo es un auténtico motor dentro del grupo, o que Rodolfo García sigue siendo un gran músico que toca la batería más que un simple baterista. Pero siempre prevalece el (¿análisis?) de los sentidos. Porque lo que se siente cuando hace irrupción “Miren a este Imbécil”, o cuando “Aves Rapaces” nos recuerda que lo malo del pasado todavía convive con nosotros, o cuando “el auténtico” Hugo González Neira nos invita a participar de las “Ceremonias para Disolver”, nos damos cuenta que muchas veces lo que se siente vá más allá de todo tipo de análisis. Pero este es el comentario de un disco, y como corresponde, hay que hablar de la música contenida en él. Pero, ¿qué se puede decir de un grupo que nos muestra que el tiempo no pasó, por el sencillo hecho de que Aquelarre siempre sonó bien, siempre fueron serios y siempre tuvieron (y tienen) una actitud coherente ante su obra y su público?(Para comprobarlo sólo basta remitirse al reportaje publicado en Mellotron N°23).

Ojalá que en los setenta hubieran existido posibilidades técnicas como las que existen hoy en día, ya que de esa forma muchos más podrían haber descubierto en ese momento a una de las bandas más maduras que dio en rock en nuestro país. No es casual, entonces, que desde su reunión, Aquelarre haya cosechado elogios desde todos los sectores de la prensa y del público. Y ocurre que los hechos son incontrastables: ¿acaso hay en este momento algún grupo que esté integrado por cuatro excelentes músicos, cuatro excelentes compositores y, que además posean cuatro excelentes voces? ¿Hay alguna banda que haya podido componer temas de una calidad como “Hermana Vereda” o “Cruzando la Calle” (del maravilloso Candiles)? ¿Existe en la actualidad algún tema tan vigoroso como “Movimiento”? ¿Hay algún grupo que se pueda largar a hacer un tema como “Blues y Vino”, y después maravillar con la poesía de “Violencia en el Parque”? ¿Se puede encontrar a alguna banda que pase de la lírica y la sencillez de “Savia de los Aromos”, “Canto Cetrino” y “Silencio Marginal”, a los intrincados vericuetos de “Mágico y Natural”? La respuesta posiblemente es no, como lo fue seguramente en los setenta. Y esto agiganta aún más la obra de Aquelarre, la de antes (es decir, sus cuatro maravillosos discos y este maravilloso trabajo grabado en vivo). Y decíamos hace un rato… que éste era el comentario de un disco.

Bien, nombramos a los integrantes del grupo, nombramos todos los temas, hablamos de la banda. Pero lo que no se puede expresar con palabras, surge apenas Rodolfo García marca cuatro con los palillos de su batería, y la ceremonia comienza, como comenzó siempre hasta hace veintidós años, con “Canto”. Y aquellos que tuvimos la oportunidad de verlos en esa época, lejos de hacer un ejercicio de nostalgia, nos permitimos disfrutar hoy de una de las músicas más personales que dio el rock por estas latitudes. Aquelarre representa ni más ni menos que el fruto del trabajo serio y en serio. Y todos los halagos que reciben, desde que el 19 de noviembre del ´98 se presentaron nuevamente ante el público, los tienen ampliamente merecido, así como nosotros tenemos ampliamente merecido disfrutar de su magnífica música.

Carlos Salatino

Fuente: http://www.nucleusprog.com.ar/c-aquelarre.htm

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